miércoles, 10 de septiembre de 2008

Homenaje al artista Juan Frías



Muy poco se ha hablado de la escultura en Bolivia, y esto quizá por que muy pocos se han dedicado con exclusividad a esta disciplina, que suele caracterizarse por conllevar trabajo largo y pesado, además de su alto costo y poco mercado, en comparación por ejemplo con la pintura.
Es por esto que son muy contados los nombres que podemos señalar en una memoria sobre este tema en los últimos 100 años, más aún tomando en cuenta que parece haberse generalizado la idea de que no existió escultura en Bolivia si no hasta la mitad del siglo XX, con el maestro Emiliano Luján.

VIDA POR EL ARTE
No vamos a polemizar sobre esto, sin embargo es necesario señalar que ha existido una constante en Bolivia, aunque como oficio subterráneo, la creación de imágenes religiosas de la mano de la restauración de las mismas. Por tanto estos maestros restauradores, al no ser firmantes en un principio, quedaron en su mayoría anónimos incluso al momento de crear obras propias, casi siempre por encargo.
Uno de estos maestros, aunque muy popular y activo en el último tercio del siglo pasado hasta hace poco más de un mes, a quien le debemos no pocas imágenes sacras monumentales y de formatos medianos y pequeños, fue el incansable Juan Gonzalo Frías Bustillos, vecino de la zona de Ciudad Satélite, miembro fundador de la Asociación de Artistas Plásticos de El Alto, y personaje principal del quehacer artístico de esta urbe.
Aprendiendo el oficio como los grandes maestros de la antigüedad, es decir muy joven como aprendiz y ayudante en el taller de su maestro (en este caso su padre), Juan Frías se ejercitó primero en el dominio de los materiales y herramientas, realizando mezclas y preparados que luego el maestro haría uso en la elaboración de las esculturas, luego con alguna maestría pudo intervenir en obras de gran formato y pronto pudo realizar sus propios encargos, para luego abrir taller propio e independizarse, dotando a su trabajo de características particulares.El maestro frías, buscador incansable y de una disciplina del oficio sumamente envidiable, ha sido uno de los primeros escultores en hacer uso de resinas sintéticas y fibra de vidrio para la realización de sus creaciones, dándole nivel a estos materiales, que él siempre consideró nobles, al igual que la madera, piedra y el bronce, materiales que ya dominaba pero que carecían de una “algo más” que pareció haberse manifestado en la industria moderna.

HOY ES SU MISA
Tan moderno en muchas de sus creaciones, su tratamiento de la forma siempre estuvo aferrado a la escuela clásica y la figura realista, un dibujo preciso manifiesto en sus modelados y tallas, le permitieron desarrollar sus capacidades expresivas logrando verdaderas imágenes de culto.
Pese a los constantes encargo de obras, nunca dejó de lado el oficio de restaurador, al que se dedicaba con la devoción de un sacerdocio y donde hallaba el regocijo personal al devolverle plenitud y belleza a piezas escultóricas a la que los años parecían haberles quitado la vida, además de fragmentos y pérdidas de variada naturaleza.
Quizá en premio a su dedicada labor, la corte celestial le ha llamado a formar parte de la misma y de esta manera él se percate de lo cerca que ha estado de realizar verdaderos retratos de éstos personajes, quienes le acompañan y aconsejan desde ahora y para siempre.
Hoy, martes 9 de septiembre, recordamos la memoria de este maestro, a un mes de su ausencia, en solemne Misa de Réquiem, en la Iglesia de San Pedro (Plaza Mariscal Sucre), en la zona en donde alguna vez tuviera su primer taller de restauración y escultura, con un bello letrero artesanal que rezaba “ARTE FRIAS”. (Por: Alejandro Sanz Santillán)

(Cultura, 9 de septiembre de 2008)